Víctimas del bullying

El acoso escolar es uno de los grandes males de nuestra era, reflejo a pequeña escala del mundo en que vivimos. Un mundo individualista, segregado, que usa la agresividad como manera de comunicarse, incapaz de protegerse ni de proteger, un mundo que hace oídos sordos al prójimo, cada uno a lo suyo y a lo de los otros sólo para criticar, exigir, culpabilizar... Vaya, que hoy ando en modo negativo.
 
Los factores que influyen el el bullying son muchos: sociales (esa desidia mundial deprovista de cualquier capacidad para generar empatía), estructurales (los colegios), individuales (víctimas y victimarios), familiares y por último, pero no menos importantes, el grupo de iguales.
 
En realidad no puedo explicaros nada sobre el bullying que no se haya explicado en otros artículos sobre sus causa y efectos. ¿Entonces por qué escribo este post? Pues porque hay dos aspectos que me preocupan y en los que creo que se hace poca incidencia.
 

Grupo de iguales

 
¿Qué pasa con el grupo de iguales en el bullying? Todos los artículos sobre acoso escolar hablan de los niños que sufren, los niños que atacan, los profesores, los padres tanto de la víctima como de los victimarios... Pero casi nadie menciona a los niños y padres, que no sufren acoso, pero que son actores silenciosos y por tanto cómplices.
 
Considero que del bullying no son sólo responsables los implicados, sino aquellos que impasibles vemos sus estragos y no intervenimos. Tenemos el deber de enseñarles a nuestros hijos que el silencio o la ceguera nos convierten en cómplices silenciosos, que es su obligación como ciudadanos-estudiantes alzar la voz para defender a las víctimas, eso si, sin ponerse en riesgo. Los colegios deberían establecer los mecanismos para que los observadores también puedan denunciar casos de acoso. No podemos convertirnos en seres alienados, carentes de un sentido de pertenencia social, de empatía y por tanto de ética social al denegar ayuda a alguien que está sufriendo.
 
Pero por mucho que eduquemos a nuestros hijos con valores, o hagan asignaturas como educación para la ciudadanía, o haya mecanismos para que los observadores denuncien o protejan, si no ponemos en práctica esos valores siendo un modelo para nuestros hijos todo ese esfuerzo resultará inútil y  nos convertiremos a nosotros y a nuestros hijos en meros espectadores de la barbarie. 
 
 

¿Qué pasa cuando el acoso persiste?

¿Qué hacer cuando las medidas para acabar con el acoso no funcionan? Yo conocí a dos madres cuyas hijas sufrían bullying. En un caso una niña española que llevaba 3 años sufriendo acoso escolar en forma de violencia verbal, a pesar de que el colegio había intervenido y se habían llevado a cabo muchas medidas para intentar proteger a la menor y solucionar el acoso, ninguna había resultado efectiva y el acoso continuaba.  Otro caso similar lo encontré en Inglaterra donde una niña llevaba dos años de acoso verbal que estaba empezando a escalar a físico. De nuevo las medidas para terminar con el acoso se mostraron inefectivas.
 
 
A ambas madres les pregunté ¿por qué no la cambias de colegio? Y en ambos caso las madres me dijeron que eso no era una opción, que sus hijas tenían amigas en el colegio, que eso afectaría a su aprendizaje, una de ellas incluso me dijo que su hija tenía que aprender a defenderse. No les dije nada más. Pero en ambos casos me quedé con mal sabor de boca, para mí algo no estaba bien, así que a lo largo del tiempo le he ido dando vueltas y ahora como madre tengo claras mis ideas.  

Cambio de colegio

 
Entiendo que al detectar un caso de acoso lo primero es poner en marcha los mecanismos establecidos por el centro para hacer frente a dicha situación y solucionarla. Pero si no funcionan las medidas, como madre cambiaría a mis hijos de colegio sin dudarlo. Me da igual si eso es justo o no, si deberían ser los "victimarios" (que para mí también son víctimas) los que tendrían que cambiar de colegio. Lo que si sé es que mis hijos no son mi bandera de la justicia, yo soy mi bandera, a ellos tengo la obligación de protegerlos.   ¿Por qué creo que hay que cambiar a los niños de colegio cuando no funcionan las medidas? - porque si en uno o dos años el colegio, por las razones que sea, no ha podido solucionarlo; la víctima no ha aprendido a hacer frente a los acosadores; los victimarios no han cesado en su acoso... Está claro que esa situación no va a mejorar. Por lo tanto el no cambio implica mantener a la víctima en una situación de acoso hasta la finalización de su escolaridad y eso me parece cruel. - porque es mi obligación como madre/padre proteger a mis hijos de los malostratos, vengan de quien vengan. - para evitar los daños psicológicos y emocionales que les va a causar ese maltrato que va a continuar repitiéndose en el tiempo. - porque no me asusta cambiar a mis hijos de colegio, me asusta que los maltraten. - porque los estragos emocionales del maltrato pueden afectar mucho más a su aprendizaje que un cambio de colegio. - porque es absurdo pensar que tus hijos son incapaces de hacer nuevos amigos. - porque los niños no tienen porque perder a sus amigos aunque vayan a otro colegio y aunque así fuera la amistad no debe de estar por delante del bienestar del menor. - porque si el maltrato fuera de género o familiar, se procedería a intentar separar por todas las medidas posibles a la víctima de la persona que la maltrata. Si nadie le dice a una mujer maltratada que no se separe de su marido porque sino nunca aprenderá a "defenderse" y a "hacerse valer".  No entiendo por qué dejamos a los niños que sufran maltrato cuando este es escolar. Que alguien me explique una razón lógica, porque yo no encuentro ni una. Evidentemente el cambio de centro educativo no es la única medida, el menor tiene que ir o continuar yendo a terapia o clases de educación emocional para poder trabajar la indefensión aprendida, la autoestima, asertividad, depresión/ansiedad... Porque el cambio de colegio va a acabar con una situación, pero no les va a dar herramientas para evitar que se repita en el futuro. Y esta labor sí que es imprescindible.

Comentarios

  1. A mí eso me alucina, porque significa que los padres de muchas víctimas en el fondo no lo ven tan grave y sí piensan que son cosas de críos.

    En mi clase había un chaval al que he contado alguna vez que le iban todas las flechas. Era un cabronazo, vale, pero éramos 29 contra él y llegamos a ir a su casa a tocarle las narices (nunca al nivel de lo que se ve hoy, meterle papeles en el buzón y picarle a casa para gastar una broma y poco más) y eso no se hace. Su madre no vino un puñetero día al colegio y era consciente de todo, hasta de que nadie lo conocía por su nombre de pila.

    Y chica, está muy bien lo de que el que se tiene que ir es el acosador; pero si no se lleva a la práctica, yo no dejo a mi hij@ ahí padeciendo. Eso sí, está mal reconocerlo, pero le doy a la madre del acosador tantas hostias lleve mi hij@.

    Besos

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  2. Un tema al que soy sensible por haber sido víctima en parte de mi etapa escolar.En mi caso me senti apoyada por mis padres, pero no por la escuela. Fue bastante triste. Es algo que recuerdo como una etapa de soledad y resignación. En el instituto y en la Universidad por suerte fui feliz. Pero es algo por lo que nadie debería pasar y todo el mundo ha de aportar su granito de arena para cambiarlo. Besos.

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