Como sobrevivir a la lluvia en Londres

Llegué a Inglaterra un 30 de junio. En Barcelona hacía un calor sofocante, salía a la calle con los niños a partir de las 17.30 porque antes era imposible. Me llevaba globos de agua y nos poníamos a jugar en la fuente de la plaza hasta que quedaban absolutamente mojados y subíamos a cenar.
 
Aquel mismo verano en Brighton la temperatura media fue de 17-19 grados. Cada día llovía por la mañana o por la tarde, pero llovía. Los parques, que son en su mayoría de hierba, siempre estaban mojados. Y yo estaba muy lejos de querer cantar bajo la lluvia.
 
 
Fue un verano especialmente difícil, entre adaptarme a un país nuevo, estar totalmente sola con los niños, y aquel clima horrendo... quería salir corriendo. 
 
Y al verano lo siguió un duro invierno, nos decían los lugareños que era uno de los más fríos de los últimos años. Yo no les creía, pensaba que me mentían porque me veían desesperada.
 
Un día de finales de noviembre salí a la calle a las 3.30 de la tarde y a las 3.40 la noche me sorprendió. Quería gritar que aquello era una mierda, que era inhumano que fuera de noche y hiciera frío, que estaba harta, que me sacaran de allí, quería encontrar la lámpara de Aladino y frotarla hasta que el genio me concediera tres deseos: volver a casa, dos trabajos y no volver nunca más a sufrir las inclemencias climáticas de la exiliada.
 
 
Más o menos por aquella época empecé con Pequeños Pinceles, algo que podía hacer sin salir de casa, sin pasar frío, sin mojarme. Poco a poco fui adentrándome en el mundo de los blogs un poco en búsqueda de soluciones, un poco en busca de otras mamás que estuvieran en mi misma situación, pero sobretodo por aburrimiento y hastío. No tenía nada mejor que hacer.
 
Y fue en esa búsqueda que descubrí el dicho escandinavo:
 

Creo que es el proverbio que más me ha ayudado en mi vida. Porque me hizo salir del ensimismamiento en que me encontraba y empezar a ser proactiva. Decidí que el clima no me iba a limitar, que me iba a equipar de arriba abajo y a callejear que es lo que nos gusta en casa.
 
En una de mis visitas a Barcelona me equipé con botas de agua forradas por dentro y unos pantalones y chaquetas impermeables para los niños. Ha sido una de las mejores compras que he hecho, son un gran aliado en este país. Así que si estáis pensando en venir a este país con vuestros hijos y os gusta patear calles y parques no os olvidéis los chubasqueros y las botas.
  
 
Han pasado tres veranos y dos inviernos y medio y me he dado cuenta de tres cosas:
  • no me mentían cuando decían que "aquel" invierno fue especialmente frío.
  • tampoco llueve tanto, eso sí, el suelo está mojado casi siempre, pero no tanto por la lluvia sino por la falta de sol y la alta humedad.
  • a todo se acostumbra uno.
 
 
Así que ahora, aunque el parque esté mojado no nos importa, impermeables y a jugar. Para lo que no he encontrado solución es para la falta de luz, porque los parques no disponen de luz artificial así que en invierno a las 4 están totalmente a oscuras. La único que se me ocurre es promover un grupo en defensa de la iluminación en los parques infantiles. No estaría mal...
 
 
Un consejo: no os tiréis nunca por un tobogán mojado si lleváis impermeable porque saldréis volaaaaaaando.

Comentarios

  1. A mí me da cosa sacar a la nena con la lluvia...tiene un año, y aún temo que se acatarre más de lo que la guardería nos va a dar este invierno. Si haces el grupo por la iluminación en los parque yo apoyo la moción que de aquí a 2-3 años me voy allí a pesar del mal tiempo de la isla tenebrosa. Besos guapa.

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    1. Pues a ver si coincidimos por aquí y nos hacemos un parque, que para entonces espero que estén iluminados ;)

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  2. Buena idea!! Si tienen ese problema de la luz ,pues deberían poner luz artificial a esa hora.
    ¿No hay un grupo para bailar zumba o algo divertido?...

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    1. JAjaj si grupos haberlos haylos, pero haylos que pagar ;)
      A los peques ya los tengo en actividades físicas por las tardes porque sino...

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  3. Jo, qué mal lo pasaste al principio... Debió de ser muy duro. Menos mal que encontraste una buena solución!

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    1. Sí, pero es que yo soy de las quejicas que le cuestan los cambios, ahora después no hay quien me arranque de los sitios.

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