Los extraños en la vida de nuestros hijos
Hay libros que te cambian la vida, o al menos la manera de verla. La "Ciudad de los niños" de Tonucci es uno de esos libros, esos que según vas leyendo te va entrando por cada poro de tu piel, se adentra en tu vísceras, te llena el corazón y te abre la mente.
Y me viene de perlas para el post de hoy. El papel del extraño, el desconocido, el hombre del saco, el señor del caramelo... en la vida de nuestros hijos. Antes de leer a Tonucci, y después de haber sido niña 16 años de mi vida, adolescente y postadolescente 10 años más, y mamá dos años (edad que en aquel momento tenía mi hija mayor), yo tenía claro que el extraño era un ser monstruoso capaz de hacer las peores fechorías y dispuesto a dar caza a los niños/as para meterlos en la olla hirviendo en cualquier momento para deborarte.
Recuerdo cuando era pequeña y pasaba al lado de alguna riera (que por cierto era cada día ya que había una al lado de mi colegio), siempre la miraba llena de temor imaginándome a un extraño con gabardina, gorra y un saco colgando en la espalda dispuesto a robarme en cualquier momento. Si alguien me ofrecía un caramelo casi me ponía a llorar del dilema entre "sé educada" y "jamás aceptes caramelos de desconocidos". Nunca sabía que hacer, así que me quedaba quieta como un pasmarote mirando el caramelo que me ofrecía la mamá de mi amiga, congelada en el tiempo, hasta que otros decidían por mí. (Por cierto, nunca vi a Jesse ofreciendo donuts en la puerta de mi colegio....). Eso sí, por la noche mi madre me juraba y rejuraba que los monstruos no existían...
En fin creo que muchos niños hemos crecido con ese tipo de miedos al extraño. Y a pesar de no poder corroborar esta creencia irracional a lo largo de mi existencia, ésta me seguía acompañando cuando me convertí en madre.
Pero gracias a las bibliotecas y mi gusto por la lectura "La ciudad de los niños" cayó en mis manos cuando la peque era peque y se frenaron mis ansias de proteger a mi hija del terrible hombre del saco.
Porque hay pocos casos reales en el que un extraño infrinja daños a un niño o niña desconocido/a que se encuentra por la calle. Porque el extraño de la calle soy yo, es mi marido, mi madre, mi amiga, mi amigo, mi prima, mi vecina, tú... y lo más seguro es que tanto yo como mi marido, mi madre, mi amiga, mi amigo, mi prima, mi vecina, tú... en caso de ver a un niño en la calle perdido, herido, asustado, lo que haríamos es intentar protegerlo, sin lugar a dudas.
No sé si os ha pasado que algún día vuestro hijo/a haya salido corriendo en dirección al peligro, coche, piscina... A mí sí me ha pasado y, gracias a un extraño/a que ha extendido el brazo, mis hijos han salido ilesos. Y yo he hecho lo propio con niños para quienes era una desconocida.
Si bien no creo que todo el mundo sea bueno, estoy convencida que la mayoría lo son. No quiero decir con esto que debamos transmitirle a nuestros hijos que confíen en todo adulto que se les cruce en la vida. En mi opinión hay que educarlos para evitar situaciones que resulten peligrosas, empoderándolos, pero evitando la sobre-exageración y el miedo.
Aquí os dejo este bonito vídeo sobre como los extraños tratan a nuestros/as hijos/as cuando nadie los ve. El vídeo es de una organización no gubernamental que busca concienciar a la población sobre los niños que pasan frío cada día en Siria.
Gracias Sandra. Un post post precioso. El hombre del saco se va a quedar en su cueva durante una buena temporada.
ResponderEliminarDe nada, yo al mío lo he desterrado a Marte, así que lo tiene muy, pero que muy difícil.
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